Ha sufrido bastantes remodelaciones, pero su arquitectura aún nos deja vislumbrar su pasado romano. Contaba con cinco arcos, de los cuales dos se tapiaron en el siglo XIX. En sus extremos se localizaban las dos aceñas, la de La Venta y El Humilladero, descritas fielmente en el Catastro de La Ensenada de 1752.
Cómo curiosidad, se cobraba su pontazgo hasta el siglo XIX, hecho muy singular en la provincia.